La Canción del Espantapájaros

Siempre me vísteis mover los brazos
en una danza al viento de giros extraños.
Mi corazón veis que es de paja
y mi cabeza una calabaza
sé fingir sonrisas de la desolación.

Mil puestas de sol en mi pasado
pensando en cosas que nunca habéis pensado
en los dioses primigenios
en la libertad y en su precio
en la plateada escarcha del amanecer.
Los hijos de la lluvia están
creciendo a mi alrededor
los días vienen y se van
se desvanecen con mi voz.

Nadie
pasa el tiempo y sé que nadie
se unirá a mi baile nadie
sabrá porque hago esta canción.

Principitos que antes fueron sapos
y princesitas que al besarlas despertaron
no hay cuento de hadas sin milagro
pero aún sigo esperando
que llegue el tiempo de mi reencarnación.

Nadie
pasa el tiempo y sé que nadie
se unirá a mi baile nadie
sabrá porque hago esta canción.

(preciosa canción de 091, me ha llegado y he hecho este dibujín)

De todos los cafés del mundo, tuvo que elegir el mío

Tarde de domingo de total y absoluta apatía, en la que lo más productivo que he hecho (bocetos aparte) ha sido ver (al fin!!) una de las Obras Maestras del Cine: Casablanca. Sonará a topicazo, pero ya no se hacen películas como estas. Genial todo todo, el guión, los actores (ese Claude Rains, por dios!), la fotografía, el cinismo, todo. Y sobre todo, algo que siempre me llega, los caminos que se vuelven a cruzar, una idea que se encuentra en muchas películas (Gilda, sin ir más lejos) y de ahí el título de este post.

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